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A veces hace frío en la calle y no apetece mucho salir y, si además llueve, tienes la excusa perfecta para quedarte en casa. Ojo, también puede ser que te estés haciendo mayor… en cualquier caso comprar acrílicos y desparramarlos en un lienzo puede ser un plan interesante si no sientes mucho aprecio por la limpieza de tu casa.
El acrílico fluido o «acrylic pouring» parece ser una moda en Youtube. Pero no estoy aquí para enseñaros a hacer cuadros espectaculares usando esta técnica, para eso ya existen miles de youtubers gastando cantidades obscenas de pintura en sus canales. Yo estoy aquí para advertiros de los peligros de esta aparentemente inofensiva práctica… poca broma.
Primer aviso: Cuidado, esto mancha.
Desparramar pintura y dejar que el azar te convierta en artista tiene sus peligros. Sobre todo si conlleva el uso de un soplete, lo cual recomiendo encarecidamente si de verdad queréis hacer algo espectacular como quemar la casa.
– Un momento, Mike, no comprendo… ¿porqué habría de usar un soplete?
Explicare brevemente en qué consiste esta técnica: Se mezcla acrílico con cola, se añade una pizca de algún producto aceitoso, nosotros usamos «3en1» y reconozco que ayuda. Mezclas al tuntún los colores resultantes en otro vaso y lo llenas hasta los topes, pones el lienzo sobre el vaso y lo vuelcas. Acto seguido levantas el vaso y voilá!, toda la puta pintura se desparramará sin control por el lienzo creando celdas de colores intensos… o así debería ser.
A partir de este momento las probabilidades de fracaso se han multiplicado por diez y, a pesar de lo que te dicte la razón, deja el cuadro como está. Extender la pintura para llenar el lienzo entero casi seguro deformará las celditas hasta convertir tu cuadro en un mojón.
Ahora bien, si dispones de un soplete de cocina la cosa cambia, no porque puedas destruir tu creación como un auténtico artista temperamental, sino porque al pasar el soplete sobre el lienzo aparecerán nuevas burbujitas como por arte de magia.
Si como nos pasó, vosotros también la habéis cagado, siempre podéis embadurnar un cepillo eléctrico en el acrílico y encenderlo sobre el lienzo. Una lluvia de color causará la impresión de que el cuadro fue hecho así aposta en un arrebato artístico sin precedentes. Ahora bien, como pionero de esta técnica, me siento en la obligación de hacer un inciso; por favor, no volver a usar el cepillo para lavarse los dientes.
A pesar del peligro para la integridad física del hogar, recomiendo intentarlo. Uno siempre puede aprovechar el resultado para otra cosa: Regalárselo a tu abuela o incluso tener una excusa para escribir algo y, de paso, promocionar un reciente proyecto empresarial, erm… con el que espero tener más éxito que con esto.
Suerte amigos.
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